Morisques y mudéjares, un intento de aclaración por mi parte

Tetuán, agosto de 2015

 

Una reflexión previa

La idea predominante de «España» ha sido la de un país “limpio”, un país de un solo pueblo, una sola religión. Un poco en el sentido que marca Gregorio Marañón cuando, más de tres siglos después de la expulsión de los moriscos, escribió “fue un mal, pero un mal necesario, porque era el único remedio de otro mal peor: la existencia y el auge dentro del Estado español de un pueblo extraño y hostil” (Expulsión y diáspora de los moriscos españoles, 2004, p.101). Como si, además, ésa hubiese sido una realidad impuesta de una vez, en 1492, con la victoria de los Reyes Católicos sobre el Reino de Granada y la expulsión de los judíos.

Ésta ha sido al menos la visión de España que yo he tenido (no la que he compartido). Pero he ido descubriendo que esa sociedad uniforme en realidad fue surgiendo poco a poco, a través de actuaciones diversas dirigidas a conseguir esa “limpieza” de la población de un territorio que al mismo tiempo se iba configurando como «España». El empujón definitivo me lo ha dado el libro Andalouses, les portes de l’exil, escrito por el marido de mi amiga Leila, Jawad Jorio, un miembro de la comunidad andalusí de Rabat. Refleja en algunas de las nouvelles que lo componen la vida de los moriscos en «España» en ese periodo de transición.

Pero más allá de este dato anecdótico, para quien conozca bien la literatura española de la época y haya hecho una lectura atenta son muchos los rastros que existen. Sin ir más lejos en el Quijote son continuas las referencias a los moros, a gente vestida a lo moro, etc. También existen referencias en otro tipo de estudios, por ejemplo en Usos amorosos del siglo XVIII Carmen Martín Gaite identifica determinadas costumbres como provenientes de los tiempos de los moros (no sé cómo lo dice, estoy escribiendo de memoria).

Una última huella me la he encontrado en el trazado de las ciudades y pueblos andaluces en los que a menudo se denomina almedina, almedinilla o algún otro apelativo con esa misma reminiscencia a determinados barrios, normalmente los barrios pobres situados al pie de la antigua alcazaba. En Nueva Carteya y Almedinilla, en la provincia de Córdoba, en Píñar (Granada), en donde existía hasta hace poco una Calle del Moro. Ignoro el nombre que reciben en otras ciudades como Vélez-Málaga, Montefrío, etc.

También se usa la palabra Morería (al menos en los textos de la época) para referirse a los barrios en que vivían los moros o moriscos después de la conquista por los cristianos. Para mí había sido una palabra circunscrita a Tetuán, como forma de referirse a lo que hoy llamamos medina, medina qadima, y creí que era una creación nacida de esta convivencia reciente y no de la mucho más antigua.

Desde estos interrogantes y estas preocupaciones he intentado aclararme sobre morisques y mudéjares (primera confusión) y la realidad de la época. Para ello he utilizado (hasta hoy) fundamentalmente la Wikipedia y algún artículo encontrado en la web.

Podemos empezar por hacer una aclaración terminológica:

  • Converso: judío convertido al cristianismo.
  • Morisco: musulmán convertido al cristianismo.
  • Mudéjar: musulmán que vive en un reino cristiano.

Según la Wikipedia (“Morisco”) es la historiografía moderna la que ha establecido la frontera entre «mudéjar» (antes de la fecha de la conversión forzosa) y «morisco», después. Señala sin embargo, “aunque en la época (antes de la conversión forzada) esta denominación se refería sobre todo a los musulmanes del Reino de Castilla, ya que en Aragón se les llamaba simplemente moros y, en Valencia, sarraïns («sarracenos»)”, y añade que la palabra «mudéjar» se siguió usando tras la conversión forzosa, en contra de lo que ha establecido la historiografía moderna.

A pesar de ello, incluso en la historiografía moderna no parece estar del todo claro si por moriscos se entiende a todos los musulmanes convertidos o sólo a los que conservaron en secreto su religión: “En 1566 el morisco granadino Francisco Núñez Muley elevó un Memorial al Presidente de las Reales Audiencia y Chancillería de la Ciudad y Reino de Granada …” (“La familia morisca de los Muley-Fez, príncipes meriníes e infantes de Granada”, Mª Jesús Rubiera Mata, Sharq al-Andalus, 13,1996, pp. 159-167), pero también encontramos “Los moriscos, obligados a convertirse, mantienen en privado su religión y costumbres. Para no perderlas se apoyan en la escritura de estos textos en una grafía críptica para los cristianos, que intentan preservar la cultura religiosa, legal y literaria musulmana” (“Literatura Aljamiada”, Wikipedia, 7-8-2015), aunque es cierto que estoy poniendo al mismo nivel el artículo de una especialista y una entrada de Wikipedia que no sabemos quién ha escrito.

Dice la propia Wikipedia (“Morisco”): “El término morisco se impone de manera absoluta a partir de 1570. Antes existía todo un elenco de denominaciones: cristianos nuevos de moro, cristianos nuevos de morisco, simplemente cristianos nuevos o nuevamente convertidos”.

 

Historia

En 1492, con la rendición del rey de Granada se acordó el respeto a los moros (nótese, así llamados en el texto que firma el propio Rey moro; a pesar de ello podría considerarse no significativo al tratarse de una rendición). Se acuerda:

«Que los moros podrán mantener su religión y sus propiedades. Que los moros serán juzgados por sus jueces bajo su ley, que no llevarán identificáis que delaten que son moros como las capas que llevan los judíos. Que no pagarán más tributo a los reyes católicos que el que pagaban a los moros. Que podrán conservar todas sus armas salvo las municiones de pólvora. Que se respetará y no se tratará como renegado a ningún católico que se haya vuelto moro. Que los reyes sólo pondrán de gobernantes gente que trate con respeto y amor a los moros y si estos faltasen en algo serían inmediatamente sustituidos y castigados. Que los moros tendrán derecho a gestionar su educación y la de sus hijos».

“Inmediatamente después de la entrada de los Reyes Católicos en Granada comenzaron una labor de conversión por métodos pacíficos”, pero cuando en una visita a Granada en 1499 comprobaron que la ciudad conservaba un aire musulmán, encomendaron al Cardenal Cisneros una política más dura de conversión. Fruto de la misma fue la quema de libros religiosos en la plaza de Bibrambla, aunque dicen que los libros de ciencia se enviaron a la Universidad de Alcalá. “Posteriormente, a la vista de los resultados, los Reyes declararon que no eran esas sus instrucciones. Probablemente el Cardenal Cisneros sobrepasó las instrucciones recibidas” (Wikipedia, “Morisco”).

A pesar de las muchas conversiones, la mayor parte de los musulmanes conservaron su religión y sus costumbres, y la manifestación más visible hoy en día de esa permanencia es la literatura aljamiada de la época. “Durante la primera mitad del siglo XVI hubo cierta tolerancia. [cita requerida] La autoridad reprobaba esta fidelidad al Islam, [cita requerida] que combatía mediante la Inquisición y la toleraba al mismo tiempo, esperando la conversión”. “Muchos mudéjares del Albaicín se vieron estafados por cómo los estaban engañando los católicos, ya que primero les garantizaron que iban a poder seguir con su religión y después los estaban «convenciendo» para que se convirtieran”. De estas protestas surgió en el Albaicín una revuelta, que poco a poco fue extendiéndose por todo el Reino de Granada. “Después de sofocar los levantamientos, en 1501, Tendilla pidió «pasar por cuchillo a todos los moros que habían participado en las revueltas», a lo que el rey Fernando le contestó: «Cuando vuestro caballo hace alguna desgracia no echáis mano de la espada para matarle, antes le dais una palmada en las ancas, y le echáis la capa sobre los ojos; pues mi voto y el de la Reina es que estos moros se bauticen, y si ellos no fueron católicos, lo serán sus hijos o sus nietos»” (Wikipedia, “Morisco”).

Este levantamiento fue la excusa que utilizaron los católicos para considerar que los musulmanes habían roto el acuerdo de 1491, y de ahí nace la Pragmática de 14 de febrero de 1502, por la que se ordena la conversión o expulsión de todos los musulmanes del reino de Granada, exceptuando los niños. “La conversión fue general en todas partes. A partir de esta conversión forzada, los mudéjares dejaron oficialmente de serlo, ya que estaban bautizados y se les llamaba moriscos, expresión que en esta época tenía un matiz claramente peyorativo” (Wikipedia, “Morisco”).

En el Reino de Granada “Durante el reinado de Carlos V, gracias al apoyo que los moriscos prestaron al rey y a sustanciosos donativos, la corona adoptó una posición flexible con ellos y les permitió que conservaran sus usos y costumbres. De esta forma, los moriscos se mantuvieron como una comunidad propia sin integrarse con el resto de la sociedad española de su tiempo” (Wikipedia, “Morisco”). Encontramos de ello distintos indicios: En 1518 Carlos V dejó en suspenso la prohibición del uso y corte del traje morisco. “En 1566 el morisco granadino Francisco Núñez Muley elevó un Memorial al Presidente de las Reales Audiencia y Chancillería de la Ciudad y Reino de Granada para que se suspendiese la ejecución de la Pragmática que prohibía a los moriscos el uso de sus signos de identidad: lengua, traje, música y otras costumbres profanas” (“La familia morisca …).

Durante el reinado de Felipe II (1556-1598) la prevención real frente a los moriscos aumentó, debido a las simpatías (reales o supuestas) de éstos hacia los turcos (con los que España estaba continuamente enfrentada) y hacia los piratas berberiscos del norte de África. En 1566 se prohibió de nuevo el uso del árabe y los trajes y ceremonias de origen musulmán, lo que provocó el levantamiento de las Alpujarras (1568-1571), capitaneado por Abén Humeya. Cuando se consiguió dominar la revuelta, se produjo la deportación de los moriscos granadinos hacia La Mancha y Castilla la Vieja.

A pesar de ello, los moriscos seguían constituyendo un obstáculo al objetivo de crear una sociedad homogénea, lo que a su vez reforzaba su desapego hacia el resto de la población, con lo que las sospechas (fundadas e infundadas) aumentaron.

Pese a ello, determinados sectores de la sociedad no morisca se oponían a su persecución y expulsión porque constituían una parte importante de la población trabajadora, en una situación de semiesclavitud (“Se concentraban fundamentalmente en el Reino de Valencia en la Corona de Aragón y en la meseta, Extremadura, Murcia y Andalucía en la Corona de Castilla. Los moriscos vivían fundamentalmente en el campo, en calidad de vasallos de los señores nobiliarios, en condiciones mucho más duras que las de la población católica.”, “Morisco”, Wikipedia).

Finalmente, en 1609, ya bajo el reinado de Felipe III, se decretó la expulsión. La expulsión duró 7 años. Aunque no se conocen los datos con seguridad se estima que salieron de España algo más de 250.000 moriscos (“de Valencia 118.000 moriscos, 61.000 de Aragón, 45.000 de Castilla y Extremadura, 16.000 de Murcia y 32.000 de Andalucía”, “Morisco”, Wikipedia), aunque las propias autoridades constataron que una parte de los expulsados volvió a sus lugares de origen o se reubicó en otros lugares de España, por lo que algunos consideraron que la expulsión fue, en parte, un fiasco. La expulsión no se hizo en las mismas condiciones en todos los reinos (hubo distintos edictos), y en particular en Castilla y el Reino de Granada los menores de 7 años no podían partir con sus padres salvo que éstos emigrasen a tierras cristinas, por lo que los que pudieron costearse el viaje emigraron primero a Francia para de ahí partir hacia el norte de África.

“Las consecuencias fueron graves y afectaron fundamentalmente al reino de Valencia, el cual pierde la cuarta parte de su población, lo que repercutió en la paralización de la agricultura, especialmente la producción de trigo y caña de azúcar. Los grandes señores, perjudicados por la expulsión de un contingente importante de su mano de obra, se contentan con la incorporación de las tierras confiscadas a los moriscos. La burguesía se arruina, puesto que vio suspendida el pago de rentas por los préstamos hechos a los propietarios rurales [??]” (“Morisco”, Wikipedia).

Sobre las razones de la expulsión, la versión más moderna puede ser la mantenida por Joseph Pérez: «Los historiadores aún se preguntan por las razones que tuvo el duque de Lerma para expulsar a los moriscos. La única explicación posible es que trató de desviar la atención de los males que padecía España. Los moriscos, blanco del odio de clase y de raza, fueron sacrificados a los prejuicios populares, como si su expulsión sirviera para mitigar los efectos de la peste, el subdesarrollo, el parasitismo y la pobreza. No habían transcurrido muchos años cuando en España se alzaron voces lamentando una decisión que calificaron de inicua» (Historia de España, 2000, p. 282), aunque tengo la impresión de que la que se ha mantenido en el imaginario popular corresponde más bien a la expresada por Gregorio Marañón (ya citado): “fue un mal, pero un mal necesario, porque era el único remedio de otro mal peor: la existencia y el auge dentro del Estado español de un pueblo extraño y hostil”.

 

Evolución de la población morisca (Wikipedia, “Morisco”)

Se distribuían en cuatro grupos, distintos entre sí y con una amplia variedad interna.

Reino de Granada

Al haber sido el último reino islámico de la Península, en esta región se concentró hasta los años setenta del siglo XVI el mayor contingente morisco, mayoritario y muy escasamente aculturado: hablaban corrientemente el árabe, conocían bien el islam y conservaban la mayor parte de los rasgos culturales que les eran propios: vestido, música, gastronomía, celebraciones, etc. Tras la rebelión de las Alpujarras (1568-1571) 80.000 moriscos granadinos fueron deportados principalmente a Andalucía [creo que es el nombre que recibía en ese momento el resto de lo que hoy se conoce con el nombre de Andalucía] y Extremadura, y en menor medida a algunas zonas del sur de Castilla (principalmente a La Mancha).

Desde la caída de Granada una parte de la población se refugió en las montañas, dedicada principalmente al bandolerismo. Se les conoció con el nombre de monfíes (del árabe منفي munfī, «desterrado», Wikipedia, “Monfí”). El número de esta población fue creciendo a la par que crecía la presión para que los habitantes del Reino de Granada abandonasen su fe y sus costumbres. Finalmente tuvieron una importante participación en la Guerra de las Alpujarras, probablemente por su gran conocimiento de las serranías del Reino de Granada en las que se hallaban refugiados.

Reino de Valencia

El segundo mayor contingente se concentraba en esta zona, en la que era alrededor de un tercio de la población. Protegidos por los señores de los que eran vasallos, a causa de los fuertes impuestos que pagaban, los moriscos valencianos también estaban poco aculturados. El uso de la lengua árabe era corriente, en situación de bilingüismo con el valenciano, y la práctica de la fe musulmana era notoria, a pesar de le teórica pertenencia de esta comunidad a la Iglesia. Los moriscos valencianos tuvieron fama entre los demás moriscos por su alto grado de conocimiento del Corán y la Sunna, y por esta razón los alfaquíes valencianos solían viajar y ejercer de maestros de los moriscos de otros lugares de España. Fueron principalmente los moriscos valencianos los que, por su situación costera y por su conocimiento de la lengua árabe, establecieron relaciones ocasionales con turcos y berberiscos.

Reino de Aragón

En Aragón los moriscos constituían alrededor de un 20% de la población total del reino, y se asentaban principalmente a orillas del Ebro y sus afluentes. Al contrario que los valencianos y los granadinos, no hablaban árabe, pero en su situación de vasallos de la nobleza disfrutaban también del privilegio de poder practicar de forma no excesivamente clandestina su fe musulmana.

Corona de Castilla

En las dos Castillas, Extremadura, León y Andalucía la presencia morisca era escasa, salvo en lugares muy concretos como Hornachos, Arévalo o el Señorío de las Cinco Villas, donde constituían la mayoría o la totalidad de la población. Los moriscos castellanos no se diferenciaban apenas de los católicos viejos: no hablaban árabe, buena parte de ellos eran realmente católicos y los que no lo eran solían tener un conocimiento muy básico del islam, que practicaban de forma extremadamente discreta. No desempeñaban profesiones específicas ni vivían separados de los católicos viejos, salvo en los enclaves puramente moriscos, de modo que nada en su aspecto exterior les diferenciaba de aquellos. La llegada de los moriscos granadinos desterrados supuso una revolución en Castilla, ya que al conservar intacto todo aquello que les podía identificar como moros (idioma, vestido, ceremonias, costumbres…), provocaron que la hasta entonces discreta presencia morisca se hiciera muy visible, lo cual tuvo consecuencias para los moriscos castellanos, a pesar de los varios intentos que hicieron por distanciarse ostensiblemente de los granadinos. Así por ejemplo, los matrimonios entre moriscos castellanos y cristianos viejos eran más frecuentes que entre aquellos y los moriscos granadinos. La población pacense de Hornachos constituía una excepción, ya que no solo eran moriscos prácticamente todos sus pobladores (algo que ocurría en otras localidades) sino que practicaban de forma abierta el islam y tenían fama de indómitos e independientes. Por esta razón, la orden de expulsión de los moriscos de Castilla se refiere de modo particular a los hornacheros, que fueron de hecho los primeros moriscos castellanos expulsados y que mantuvieron su cohesión y su combatividad en el destierro, fundando la república corsaria de Rabat y Salé, en el actual Marruecos.

 

La situación de los moriscos en el Reino de Granada, algunos apuntes

Los moriscos tenían nombres cristianos. Ejemplos de moriscos ilustres en Granada en el siglo XVI (todos de una misma familia): Francisco Núñez Muley, Hernando Muley, Álvaro de Fez, Hernando de Fez, Hernando Muley, etc., pero también Alonso Martínez de Santiago, hijo del primero. Eran moriscos, hablaban en nombre de la comunidad morisca, pero eran declaradamente cristianos, hombres preeminentes, recaudadores de impuestos, titulares de beneficios, etc.”. “Esta elevada posición social, política y económica parece corresponder a un miembro de la familia real nazarí”, dato confirmado por un miembro de la familia “soy de linaje de los reyes de Fez y Marruecos” (“La familia morisca…).

Un documento de la época Mercedes reales concedidas a nuevos cristianos para compensar su conversión y evitar los prejuicios económicos que pudiera causarles dice: “a Don Fernando de Fez, antes Abulhacen Almutaguaguil, 22 de Noviembre 1500” “que debe ser Al-Mutawakkil, que no es un nombre sino un laqab o título califal” (“La familia morisca …).

Francisco Núñez Muley (c. 1490- c. 1568) “fue un personaje de la alta sociedad de la Granada cristiana posterior a la conquista y uno de los líderes de la comunidad morisca en el antiguo reino. Es conocido sobre todo por su Memorial en defensa de los signos de identidad moriscos”. “Convertido tempranamente al cristianismo de forma obligada como todos los musulmanes granadinos, […] tuvo luego una vida como cortesano al servicio de los sucesivos reyes de España: Isabel y Fernando, Carlos V y Felipe II”. “El rasgo más sobresaliente de su vida es la defensa de los rasgos culturales moriscos (excluida la religión musulmana) frente a las disposiciones que pretendían aculturar a los granadinos y asimilarlos a la sociedad castellana. Hizo varias intervenciones en este sentido ante las autoridades, de las cuales la más famosa es el Memorial de 1566”.

“Ese año los funcionarios de la Audiencia y la Chancillería granadina dictaron una serie de ordenanzas de represión cultural que recogían las peticiones del sínodo de los obispos reunidos en Guadix años antes, en 1554:

  • Prohibición del uso de la lengua árabe y de los libros escritos en esta lengua.
  • Prohibición de los sobrenombres y apellidos en árabe.
  • Prohibición de los atuendos musulmanes, incluido el hiyab femenino.
  • Prohibición de fiestas y músicas moriscas (las zambras).
  • Prohibición de los baños (hammam) típicos de las culturas islámicas.
  • Obligación para los moriscos de mantener las puertas abiertas de las casas en viernes y domingo, de modo que las autoridades pudieran sancionar la observancia del día de oración musulmán (viernes) y la no observancia del descanso dominical cristiano.
  • Prohibición a los moriscos de tener esclavos (que sí tenían los cristianos viejos)”.

“Un año antes, Núñez Muley había intentado evitarlas elevando al presidente de las Reales Audiencia y Cancillería de la Ciudad y Reino de Granada un memorial en el que defiende los rasgos culturales propios de los moriscos, a los que se refiere como naturales de Granada, equiparándolos a los rasgos culturales diferenciados que también tienen otras regiones españolas. Así, «trata de presentar esas características como meras peculiaridades regionales. Pretende que el vestido morisco se acepte como el traje típico de Castilla o Aragón, y la lengua árabe como el gallego o el catalán»” (Wikipedia, “Fernando Núñez Muley”).

Quienes encabezaron la rebelión morisca de la Alpujarra también tenían nombres “cristianos”, y retomaron los musulmanes:

  • Hernando de Córdoba y Válor fue escogido por ser descendiente del linaje de los califas de Córdoba, los Omeyas, y por ello tomó el nombre moro de Abén Humeya (o Abén Omeya).
  • Diego López, llamado Abén Aboo, primo de Abén Humeya y sobrino de Hernando el Zaguer, alguacil de Cádiar.

 

Aljamía, Literatura aljamiada

Según Wikipedia (“Literatura aljamiada”), “la población de origen [sic] musulmán, sobre todo en las capas sociales más bajas (campesinos especialmente), había adoptado la lengua romance tras quedar en zonas cristianas, pero conservaba el alfabeto árabe por motivos religiosos y por la valoración que el islam da a la caligrafía”.

Se reconoce su existencia “desde el siglo XIV, en que se redacta el primer texto de importancia reconocida, el Poema de Yuçuf” y perdura más allá de la expulsión de los moriscos en 1609 (…) pues las comunidades hispanoárabes y sefarditas siguieron escribiendo en sus lenguas románicas en los lugares adonde se vieron obligados a emigrar”. “Incluso contamos con una producción escrita sefardí aljamiada en caracteres hebreos e incluso árabes”.

(Destaco algunos textos que me llaman la atención). En época mudéjar “podemos destacar, además del Poema de Yuçuf citado, la redacción de la Suma de los principales mandamientos y debadamientos de la Ley y Sunna, del muftí de Segovia Içe de Gebir, que data de 1462. Se trata de una recopilación de leyes, llamadas «leyes de moros», que venía a culminar un corpus jurídico para la regulación de la comunidad musulmana mudéjar en Castilla”.

En época morisca “Otro grupo de textos lo comprenden itinerarios o guías de viaje cuya finalidad era ayudar en el camino del exilio a los moriscos españoles, como el Itinerario de España a Turquía o los Avisos para el caminante”. “Aunque la producción de prosa de ficción no es dominante (…), Estoria de la ciudad de Allatón y de los alcáncames, Los fechos de Bulluqiya (ambas basadas en relatos de Las mil y una noches)”.

 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:

RUBIERA MATA, Mª Jesús, “La familia morisca de los Muley-Fez, príncipes meriníes e infantes de Granada”, Sharq al-Andalus, 13 (1996), pp. 159-167.

WIKIPEDIA, “Morisco”, “Literatura aljamiada”, “Diáspora morisca”, “Rebelión de las Alpujarras”, “Monfí”, “Fernando Núñez Muley”, y a través de ellos Domínguez Ortiz y Bernard Vincent, Caro Baroja y alguno más.

 

BIBLIOGRAFÍA POR CONSULTAR:

AA.VV. (Antonio Moliner Prada, Manuel Barrios Aguilera, Rafael Benítez Sánchez-Blanco, Dolors Bramon Planas, Miguel Ángel de Bunes Ibarra, Mª Luisa Candau Chacón, Eugenio Ciscar Pallarés, Gregorio Colas Latorre, Ignasi Fernández Terricabras, José Mª Perceval, Valeriano Sánchez Ramos, Eliseo Serrano Martín), La expulsión de los Moriscos, Nabla Ediciones, 2009.

BARRIOS AGUILERA, Manuel, La convivencia negada. Historia de los moriscos del Reino de Granada, Comares, 2008, 2.ª ed.

BERNABÉ PONS, Luis F., Los moriscos: conflicto, expulsión y diáspora, Catarata, Madrid, 2009.

CARO BAROJA, Julio, Los moriscos del Reino de Granada. Ensayo de historia social, 1976 y posteriores ediciones.

DOMÍNGUEZ ORTIZ, Antonio; VINCENT, Bernard, Historia de los moriscos. Vida y tragedia de una minoría. Madrid: Alianza Editorial, 1979-1993.

EPALZA, Mikel, Los moriscos antes y después de la expulsión, Mapfre, 1992.

MÁRQUEZ VILLANUEVA, Francisco, El problema morisco desde otras laderas, Libertarias.

SORIA MESA, Enrique, Los últimos moriscos. Pervivencia de la población de origen islámico en el Reino de Granada (siglos XVII-XVIII).

VINCENT, Bernard, Minorías y marginados en la España del siglo XVI, Granada, 1987 (La familia morisca, El nombre cristiano de los moriscos, Amor y matrimonio entre los moriscos)

VINCENT, Bernard, El río morisco, Valencia: Instituto de Estudios Moriscos, 2006.

Los moriscos en la literatura (relación en construcción)

CALDERÓN DE LA BARCA, Pedro, Amar después de la muerte o el tuzaní de la Alpujarra, 1659, drama histórico dedicado a la rebelión de las Alpujarras.

CERVANTES, Miguel de, Los trabajos de Persiles y Sigismunda.

FERNÁNDEZ Y GONZÁLEZ, Manuel, Los monfíes de las Alpujarras, 1859. Ambientada en la revuelta y que contaba con numerosas ilustraciones.

FALCONES, Ildefonso, La Mano de Fátima, Grijalbo, 2009.

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