Capítulo 17

Durante estos días de confinamiento en que he ido publicando retazos de la historia familiar he aprovechado para pedirle a mis primos y primas y resto de la familia todas las fotos que tuviesen. Estos medios telemáticos que nos han permitido mantener el contacto social a pesar del encierro me han hecho llegar fotos desde unos sitios y otros, por ejemplo, una foto de mi bisabuelo enviada por su nieto político, el tío Carlo, desde Ginebra.

Voy a cerrar esta primera parte de la historia familiar aprovechando algunas de estas fotos que he recopilado y que retratan a la siguiente generación. Es decir, a la generación que ya nació en Marruecos, hijos e hijas de las hermanas “Álvarez Portal” que llegaron a Marruecos en el año 1909 y con las que iniciaba esta historia.

Me gusta ver estas fotos. Todas juntas dan una buena imagen de lo que era la juventud de la época. Los peinados “Arriba España” que se pusieron de moda, el mar siempre presente en los recuerdos de mi madre, mi tía Julia y sus hermanos, las excursiones a Río Martín en autobús, y de allí, andando por la orilla del mar, hasta la playa desierta de Cabo Negro.

Los hermanos Pastor y el tío Eusebio en una barca en Río Martín

Los paseos en barca, y, como dice mi hermano, esa actriz de Hollywood que debió pasar por Tetuán en aquella época.

Mi madre, siempre tan moderna

La belleza de la tía Carmen, en esta foto tan seria, al estilo de las películas del neorrealismo italiano, tan seria, con lo graciosa y simpática que ella era, siempre, en todas las circunstancias.

Carmen Maroto

Todas estas fotos forman un conjunto que me parece el reflejo justo de esa impresión que poco a poco he ido construyendo de que Tetuán era en la posguerra, aunque fuese como una ciudad española, pero más abierta y más moderna. Entre las meriendas de señoritas que me contaba la madre de Julián de su juventud en Cáceres y las tardes de baile de mi madre y sus hermanos en Tetuán siempre me ha parecido que había, si no un abismo, sí una gran diferencia.

Carmen Maroto y Piti

En general parece que en Tetuán la gente se lo pasaba mejor, disfrutaba de la vida y por eso, quizás, hay tanta nostalgia entre los españoles y las españolas que vivieron sus días de juventud en aquella ciudad. No era sólo una cuestión de mejor nivel de vida, mi familia no lo tenía, miraban la peseta como se decía, pero se lo pasaban bien, muy bien, aprovechado cada minuto del poco tiempo libre que les dejaba el trabajo para ir, en pandillas de gente joven, de excursión o a la playa, al cine cuando podían, u organizar un baile en alguna casa un poco más amplia.

Tetuán: un grupo de jóvenes pasándolo bien, entre ellas la tía Julia

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