Capítulo 23

En el caso del tío Eusebio y la tía Tere había otra historia oculta, ésta mucho menos escabrosa, pero que las circunstancias de la época obligaban a callar.

Teresa Tous, la tía Tere

Cuando murió Franco y llegó la democracia y la ley del divorcio nos enteramos de que en realidad el tío Eusebio y la tía Tere no estaban casados. No estaban casados porque no podían, porque la tía Tere no se podía divorciar del que había sido su marido en la noche de los tiempos. Así que en 1981 ella fue, con más de sesenta y cinco años, una de las primeras españolas en divorciarse para, por fin, poder casarse con el que de hecho había sido su marido durante cuarenta años.

A pesar de no estar casados el tío Eusebio había conseguido aparecer en los papeles como tal. No sé si tenían partida de matrimonio, el caso es que “oficialmente” eran marido y mujer, y así aparecían a ojos del ejército y a ojos de todas sus amistades, que, en aquella época, no habrían consentido tratarse con una pareja que vivía “en pecado”.

Sin embargo, el hecho de no estar casados hizo que nunca quisiesen tener hijos, lo que para el tío Eusebio, que era muy niñero, fue siempre una frustración. La tía Tere tenía una hija de su primer matrimonio, pero las leyes implacables de la época le habían quitado la custodia.

Aparte de eso, eran como un resto del pasado: veraneaban en Santander -que es donde hay que veranear-; antes de partir envolvían con sábanas blancas todos los muebles de su casa en Madrid, lo que le daba un aspecto aún más antiguo, como yo sólo había visto en las películas. Y acudían a comidas y cenas, viajaban con amigos, una vida plácida en la que la prisa no parecía encontrar lugar.

Eusebio y Tere con amigos y familiares
 

El tío Eusebio era militar, aunque un militar sui generis, porque su labor en el ejército consistía en hacer fotografías aéreas. A mi hermano y a mí nos resultaba extraordinario cuando nos enseñaba las fotos de las ciudades o los campos y nos explicaba cómo las había hecho desde un avión en marcha.

Foto aérea del tío Eusebio
 

En la vida civil iba siempre con una cámara, algo que también resultaba original en los años sesenta y setenta. Era el cronista familiar y también un gran enamorado de Tetuán, en particular, de la medina qadima, de la que hizo innumerables fotos.

El tío Eusebio fotografía a su sobrina Julia en la famosa plaza Usaa de la medina qadima de Tetuán
 

El tío Eusebio tenía también una manía, comprar barato. A pesar de que era una persona muy generosa, nada tacaño, le encantaban las gangas, y podía ir hasta la otra punta de la ciudad para comprar a mejor precio unas pastillas de jabón, eso sí, siempre las mejores. Y nos embarcaba a veces en esas correrías, que a quienes no compartíamos su manía (incluida su mujer), nos parecían disparatadas.

Curiosamente ese mismo amor a las gangas lo heredó su sobrina, mi tía Julia. Compartía igualmente el ser muy generosa, pero también le perdía una ganga, y podía comprar gran cantidad de cualquier cosa que encontrase a buen precio.

Parte de la herencia, encontrada en un cajón

Y a día de hoy creo poder asegurar que en la siguiente generación ha sido mi hijo Lucas el que ha heredado esa característica, y a pesar de haberse criado en una casa poco dada a la comparación de precios, él es capaz de decirte lo que vale cada cosa en cada tienda, y también de trasponer (como diría un auténtico granadino) a la otra punta de la ciudad para comprar algo más barato, pero siempre de mejor calidad. Las herencias familiares, curiosas y tan profundas.

2 comentarios en “Capítulo 23

  1. Interesante la vida del tío Eusebio y la tía Tere. Fueron muy valientes para mantener su «secreto» en aquella época. Lo triste es que no tuvieran descendencia.
    Milagros, sigo atenta a la historia de tu familia.

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