De aquel hijo que el abuelo Mauricio tuvo con su segunda mujer no sabíamos prácticamente nada, pues al haberlos abandonado el abuelo se habían cortado los lazos.
Sabíamos que se llamaba Ángel, por lo tanto Ángel Pastor. Mi madre nos había contado que poco después de terminar la guerra habían recibido una carta suya. Escribía desde Barcelona, calculo que podía tener unos veinte años. Se ponía en contacto con su hermano Fernando (del que por lo visto conocía, no sólo la existencia, sino que se había instalado en Tetuán), pidiéndole ayuda. Mi abuela le contestó que su marido había muerto y que ella no estaba en condiciones de socorrerle. Ahí se acabó el contacto.

Curiosamente muchos años después, en los noventa, encontramos el rastro de aquella rama de la familia. Para entonces yo vivía ya en España, en Granada, y trabajaba en su universidad. Alguien me preguntó si era familia de otro Pastor, el profesor Mauricio Pastor.
La verdad es que me sorprendió, ¡Mauricio Pastor!, ¡qué casualidad, exactamente como el abuelo! Mari Carmen, la mujer de mi hermano, había sido alumna suya: “Es igual que el tío Eusebio” comentó. Yo anduve preguntando en la universidad a ver quién lo conocía, si me enteraba de algo más y un día alguien me dijo “Mira, ése es Mauricio Pastor”. Sólo lo vi de espaldas, tenía los andares inconfundibles del tío Eusebio.
Mi hijo Lucas añadió información: había coincidido en un cursillo de deporte de la universidad con el hijo del tal Mauricio Pastor, dijo que el niño se llamaba Mauricio Ángel.
El parecido con el tío Eusebio era determinante, el profesor Mauricio Pastor debía ser hijo de su medio hermano desaparecido, Ángel Pastor, ambos hijos de nuestro bisabuelo Mauricio. Y el nombre del niño acababa de cuadrarlo todo: llegamos a la conclusión de que el tal Ángel Pastor, a pesar de que su padre (nuestro abuelo/bisabuelo Mauricio) lo había abandonado, le había puesto a su hijo el nombre de su padre, y que el hijo, a su vez, había combinado ambos nombres para su hijo.
Era un lío, pero todo cuadraba. Nos montamos la película completa. Sin duda era nuestro … Por cierto, ¿cuál era el parentesco? Creo que primo hermano de mi madre y mi tía Julia.

Y finalmente fue precisamente la tía Julia, para estas cosas tan sociable y decidida, la que dio los pasos para aclarar la cuestión. Le buscamos el número de teléfono del despacho del profesor Mauricio Pastor en la Universidad e Granada. La tía Julia lo llamó y le contó toda la historia del hermano perdido de su padre, preguntándole si ese hermano perdido no sería a su vez padre de su interlocutor.
El folletín se nos vino abajo. Mauricio Pastor fue rotundo, su padre no podía ser el hermano perdido que buscábamos porque su abuelo no había desaparecido (como había hecho el abuelo Mauricio), él lo había conocido. Por lo tanto, no podía ser nuestro “abuelo Mauricio”.
¡Qué mal nos sentó! Toda la familia estaba ya convencida de que habíamos encontrado la rama perdida.
Pero de algo estoy segura, aunque nunca he conocido personalmente al profesor Mauricio Pastor sí lo he visto por la calle. Para mí no cabe duda de que somos familia. Si el punto de conexión no está en mi bisabuelo estará más atrás, pero indudablemente este señor y el tío Eusebio vienen del mismo tronco.