Quizás con la muerte de mi madre …

Tetuán, 1 de enero de 2020

Quizás con la muerte de mi madre han desaparecido todos los hijos -sobre todo hijas- de aquellas jóvenes o niñas que en 1909 vinieron desde León hasta Marruecos en una loca aventura organizada por su padre, el abuelo Vicente; para quienes quedamos, en realidad, nuestro bisabuelo.
Él fue el artífice de la presencia de la familia en Marruecos, de la que ya no queda nadie en este país, pero desde el que hoy yo (sin duda la más apegada) empiezo a escribir esta historia a petición de un amigo que se ha quedado enganchado cuando he esbozado el principio de la misma: “Mi abuela llegó en 1909 a Marruecos, concretamente a Nador. Era una niña de nueve años y venía con sus padres, sus hermanas y un hermano pequeño, y un rebaño de ovejas, porque su padre había pensado que en Marruecos faltaba carne”. Hace años habría dicho que era un aventurero, pero hoy me doy cuenta de que, en realidad, era un emprendedor.

Si nos paramos a pensarlo en 1909 ni siquiera había empezado el “protectorado”. Pero ya existía en la zona de Nador una colonia española, alrededor de la explotación de las minas cuya concesión había conseguido una empresa española.
Lo más sorprendente de este principio de la historia familiar en Marruecos es lo que nos han contado siempre sobre lo que lo provocó. Los abuelos, Vicente y Matea, vivían en Rodiezmo, un pueblo al norte de León, uno de los últimos antes de cruzar el Puerto Pajares y entrar en Asturias. Allí el abuelo se dedicaba al comercio y también tenía ovejas merinas. Y las merinas son la causa de todo. Parece ser que un invierno el abuelo decidió acompañar a los pastores y las merinas hasta Extremadura, donde iban a pasar los meses más fríos en busca de pastos. Y estando en Extremadura, el abuelo pensó en “acercarse” a Marruecos, pues había oído hablar de lo que pasaba allí. A mí, cuando de pequeña y me contaban esta historia me parecía normal. Pero hoy en día, cuando lo pienso, a principios del siglo 20 “acercarse” desde Extremadura hasta la zona de Melilla y Nador debía ser un viaje considerable.
Pero bueno, parece ser que el abuelo Vicente realizó ese viaje y volvió a León entusiasmado ante las oportunidades de negocio que allí vio. Intentó convencer a su mujer de que el futuro de la familia estaba en Marruecos. Pero la abuela no lo veía así. Tenían una situación desahogada, una buena casa, y no vislumbraba los motivos por los que debía abandonarlo todo para trasladarse con sus cinco hijas y su hijo pequeño hasta un lugar desconocido y, probablemente, peligroso. Así que se negó. Pero el abuelo Vicente amenazó entonces con irse sin ella pero llevándose a la hija mayor, Agustina, que ya tenía 15 o 16 años, suponemos que para que cuidara de él.
A la abuela Matea aquello debió parecerle aún peor y flaqueó, aceptando la que sin duda era una aventura bastante loca.

De este modo en 1909 toda la familia Álvarez Portal emprendió viaje desde el norte de León hasta Marruecos, acompañada por un rebaño de ovejas merinas. Bueno, no sabemos si todo el viaje lo hicieron juntos, pero sí que en el barco que les llevó a Nador iban la familia y las ovejas merinas. A mí me encantaría ver aquel viaje por una mirilla.
Creo que en aquel barco ocurrió también un hecho que tuvo gran importancia para el futuro: Agustina, la hija mayor, que para entonces ya tenía 16 años, conoció a un joven, quizás militar, del que se enamoró perdidamente, y con el que acabo casándose, aunque no sé en qué momento.

De la vida de la familia en Nador no sé nada. Puede pensarse que, quizás, entonces las diferencias no eran muchas entre un pueblo de España y otro de Marruecos, pero si tenemos en cuenta que en Marruecos no había carreteras, no había puentes, no había ferrocarril, quizás la apreciación sea un poco precipitada. También hay que considerar que la llegada de la familia a Nador coincidió con lo que se conoce como la guerra de África o la guerra de Melilla, por eso es aún más curioso que no nos contaran nada sobre aquella etapa.

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